La experiencia del exalumno Miguel Ángel Carrera con las abejas

 

Cualquier conocimiento que adquirimos puede convertirse en una fuente de crecimiento a futuro, aun cuando no lo consideremos. Cuando estaba en el Colegio Refous ingresé al grupo del apiario como parte de las opciones por pertenecer a la vocacional de agricultura. Las historias que se contaban sobre las abejas y la visitas a este espacio logró cautivar de tal forma mi atención que quise entrar a conocer todo este mundo. Colocarse el traje, preparar el humo y abrir una colmena es el preámbulo a un revoloteo danzante de cientos de abejas que generan emoción y admiración. Escudriñar la cámara de la reina y observar su corte trabajadora. Al final de la jornada regocijarse con el sabor de la miel del panal que se cosecha, la cera que sirve para hacer velas, y otros productos que eran el resultado de un trabajo que enseña a los estudiantes la importancia de las abejas, su rol en la naturaleza y su existencia que facilita nuestra vida en la tierra.

 

Aunque ya se han mencionado un par de productos de la colmena, hay un hecho que es difícilmente cuantificable por su importancia para el ambiente y la existencia de todo en la tierra. El servicio ecosistémico que brindan las abejas se puede entender como la tarea que cumplen diariamente en la polinización. La abeja pecoreadora se acerca a la flor masculina atraída por el néctar. Su cuerpo queda impregnado de polen que luego llevará a una flor femenina logrando que esta se fecunde. Como resultado, se obtendrán frutos que son básicos en la alimentación. Aunque las abejas melíferas no son las únicas que cumplen este rol, sí tienen una importancia central en el proceso. Algunos agentes que se suman a este servicio ecosistémicos son los murciélagos, los colibrís, mariposas y otro tipo de abejas e insectos.

 

Actualmente, se ha visto que el uso de agroquímicos y demás insecticidas ha tenido impacto en estos polinizadores. Este efecto se ha llamado el colapso de las colmenas. Ya sea que las abejas mueran en el campo que visitan o lleven a la colmena los componentes activos del químico afectando a la totalidad de la población, esto representa una disminución en el número de polinizadores y, en consecuencia, menos plantaciones siendo polinizadas. Así, se disminuye la producción de alimentos. En efecto, esto puede llegar a ser tan catastrófico que ya se ha visto en algunos lugares que se contrata personal para que polinicen manualmente los frutales con una rama a la que se le añade plumas finas para impregnar el polen en la flor. En otras palabras, una labor que realizan los polinizadores como parte de su constitución tendrá que ser remplazada por tareas humanas. Esto repercute en la producción de alimentos, la sostenibilidad de la población y la modificación de trabajos para cubrir la crisis.

 

En estos tiempos de crisis ambiental, social y económica, es importante recordar que cada agente que nos rodea cumple una función específica. Los humanos necesitan ser conscientes del valor de las abejas y los polinizadores en general. No deberían asustarse porque una abeja les pueda hacer daño, pues ya se está viendo que nosotros les estamos produciendo más daño a ellas, aunque ese daño en el futuro próximo lo estamos haciendo a nosotros mismos.

 

Cuando inicié en el grupo del apiario no solo aprendí sobre los cuidados de la colmena y el misterioso mundo de las abejas. También comprendí los cuidados que debemos tener con las personas que nos rodean, los animales, desde el más grande al más diminuto, cada agente que ha contribuido a que ahora estemos compartiendo esta lectura. Finalmente, esta es una invitación al cuidado del ambiente, y, en consecuencia, de nuestra vida en la tierra.